La adicción sexual se caracteriza por una preocupación disfuncional con el sexo

Vivir la sexualidad de forma sana es fundamental para nuestras relaciones de pareja y nuestro bienestar personal, pero las personas que sufren una adicción al sexo no la disfrutan como tal.

La adicción sexual, también llamada dependencia sexual, hipersexualidad, comportamiento sexual compulsivo o compulsividad sexual, se refiere al fenómeno en el que los individuos son incapaces de controlar su comportamiento sexual.

Esta necesidad de sexo anormalmente intensa y que afecta a cualquier aspecto de la vida diaria del que lo sufre (relaciones, trabajo…) viene precedida por autoestimulación o masturbación compulsiva, múltiples parejas sexuales en una noche, así como varias parejas sexuales a la vez, uso persistente de la pornografía, cibersexo, prostitución, exhibicionismo, voyeurismo, acoso sexual…

Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que ésta es problemática. Aunque veamos como algo normal el sexo como una manera de aliviar el estrés, el problema para estas personas aparece cuando esta conducta se hace constante y se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla.

En términos más sencillos, la adicción sexual es un patrón de fantasías y comportamientos sexuales compulsivos que causan graves problemas en la vida del adicto.

Estas personas no viven de forma placentera su sexualidad y en muchas ocasiones sus comportamientos van en contra de sus principios morales ocasionándoles sentimientos de culpa y vergüenza, llevándolos a tener una doble vida basada en el engaño y la mentira.

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