Poco a poco, la sustancia va invadiendo todos los ámbitos de la vida de la persona.

El fenómeno del consumo de sustancias para alterar los estados de conciencia va unido a la historia del hombre, aunque en los últimos años ha cobrado un enorme interés por la difusión de sustancias de una cultura a otra. Esto ha propiciado que el uso de drogas se extienda de manera amplia en nuestra sociedad. Ningún país desarrollado ha quedado atrás en el crecimiento de estos problemas, tal como lo reflejan distintos estudios, encuestas y la propia realidad clínica de las personas que acuden en busca de ayuda cuando el problema les ha desbordado o les está produciendo graves consecuencias en su salud física, en su salud mental, en su trabajo, en la vida familiar, en su economía, etc.

La Organización Mundial de la Salud define droga como toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración puede alterar de algún modo el sistema nervioso central del individuo que la consume.

Esto significa que todas las drogas contienen un principio activo, lo que llamamos sustancia psicoactiva que es capaz de modificar la conciencia, el estado de ánimo, los sentimientos, la conducta, las motivaciones o los procesos de pensamiento del individuo que la consume. Así, la característica esencial que comparten todas las drogas es que tienen la capacidad de establecer un patrón de conducta “compulsivo” en aquel que las ingiere, de tal manera que la persona consumidora no puede dejar de consumir esa sustancia.

Poco a poco, la sustancia va invadiendo todos los ámbitos  de la vida de la persona, hasta que llega un punto en el que la vida del individuo gira en torno a la droga. Un adicto solo piensa en cómo obtener y consumir la droga y en cómo va a recuperarse de sus efectos.A la vez que aumenta la focalización en la sustancia disminuye el interés por actividades, experiencias o placeres alternativos que antes habían formado parte de la vida de la persona adicta. Así, la familia, el trabajo, las aficiones o los amigos quedan relegadas a un segundo o tercer plano en la vida del adicto, que solo tiene tiempo para todo aquello que tenga que ver con la droga.

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