Produce aislamiento y soledad que le conducen a una baja autoestima y a inestabilidad emocional.

En nuestra actual sociedad se ha introducido de manera casi vertiginosa una tecnología muy al alcance de todos que nos ofrece multitud de servicios y de pasatiempos, sin que apenas nos haya dado tiempo a aprender a manejarlas de manera responsable.

Se trata de herramientas orientadas a ofrecer información y diversión y cuyo diseño las ha convertido en altamente susceptibles de desarrollo de conductas adictivas. Son accesibles, están muy extendidas y socializadas, se pueden usar casi en cualquier lugar y a cualquier hora, ofrecen servicios de manera inmediata sin que el sujeto tenga que desvelar su propia identidad ni hacer casi ningún esfuerzo, y cuentan con el respaldo de la valoración social positiva que se hace de su uso. Estas características unidas a los factores personales y ambientales pueden conducir en ocasiones al desarrollo de conductas desajustadas, interfiriendo en la vida diaria de los individuos, especialmente de niños y adolescentes, pudiendo desarrollarse un cuadro adictivo que en muchas ocasiones es inadvertido.

Actualmente la población que presenta un mayor riesgo es la población adolescente entre otros motivos porque estas nuevas tecnologías también ofrecen un medio de comunicación interpersonal fácil, rápido y poco exigente, donde poder tener contactos que de otro modo no serían posibles, especialmente cuando la autoestima, las habilidades sociales o la capacidad para resolver conflictos aún están en proceso de desarrollo. De este modo el adolescente puede quedarse atrapado en un mundo virtual donde sólo aprende a relacionarse a través de las redes sociales y que dificulta el proceso de aprendizaje de estilos de comunicación interpersonal, limitando su propio crecimiento y maduración y por tanto afectando a su autoestima y a su autonomía.

Si el adolescente permanece muchas horas conectado y/o pierde la noción del tiempo, si se siente incapaz de interrumpir la conexión, si busca cualquier excusa para conectarse o si abandona otras actividades para dedicarle ese tiempo a seguir conectado, puede que esté desarrollando un cuadro adictivo. Es muy frecuente que en esos casos el adolescente niegue que dedica tanto tiempo a esa actividad o que minimice las consecuencias de ello, pudiendo descuidar su aspecto, perdiendo horas de sueño y alterando hábitos como la alimentación.

El uso de internet proporciona satisfacción inmediata y permite huir de los problemas, evitando tener que resolverlos y obteniendo en cambio la percepción de tener experiencias positivas de logro.

El adolescente siente que internet es el único lugar donde puede sentirse bien, a pesar de lo cual en un corto período de tiempo se produce aislamiento y soledad que le conducen a una baja autoestima y a inestabilidad emocional. Suelen observarse cambios comportamentales y emocionales como irritabilidad, inquietud, tristeza, ansiedad, e incluso comportamientos violentos cuando sienten en riesgo el acceso a internet.

Aún son pocas las familias que identifican estas situaciones como resultado de una adicción por la normalización que se ha producido sobre el abuso de las TIC, a pesar de lo cual estamos convencidas de que será una creciente demanda de tratamiento en los próximos años.

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